Cada cosa que haces, en el preciso instante en que la estás realizando, sabes en tu alma que la experiencia es buena para ti.
Es sólo después de haber experimentado la aventura, y los sentimientos derivados de ella se han transformado en sabiduría, cuando averiguas que quizás lo hubieras podido hacer mejor o de otra forma.
Pero nunca habrías sabido que había un mejor camino si no te hubieras embarcado primero en la experiencia y obtenido de ella la joya de la sabiduría.
¿Y debe alguien ser juzgado por eso?
No, porque eso se llama inocencia, y también educación.

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