sábado, 1 de diciembre de 2012

¿Cómo sanar la relación con mamá?

Tarjeta de la mamá, tarjeta del día de madre









Miremos a nuesra madre.

Primero miramos la imagen que nosotros nos hicimos de ella.

Qué idea arrogante, tal vez, nos hemos hecho de ella. Presuntuosa, llena de reproches, como si pudiésemos darle a ella instrucciones de cómo debe ser.

Allí olvidamos todo lo que ella durante años y día tras día nos regaló.

Tanto amor, siempre allí a nuestra disposición.
Desde luego que aceptamos que ella nos ayude y esté allí para nosotros.

Entonces sucede alguna nimiedad y ya nos olvidamos de todo lo que ella hizo por nosotros. Al contrario, nos enojamos con ella, incluso la despreciamos.

Ahora miramos hacia atrás al tiempo previo cuando todavía no teníamos en nosotros esas imágenes y los sentimientos que están ligados a ellas. Retrocedemos al tiempo feliz con nuestra madre, empezando por el tiempo en que estábamos en su regazo. Eramos un alma y un corazón, cuando éramos un solo cuerpo con ella, con la misma circulación sanguínea, con el mismo aire. Su respiración era nuestra respiración, su circulación sanguínea era nuestra circulación sanguínea. Sus sentimientos eran nuestros sentimientos.

Su dolor era nuestro dolor, y su miedo también el nuestro. ¿Pueden existir una unión más profunda, más abarcativa que la de nosotros sentados en la falda de nuestra madre?

Entonces, con nuestro nacimiento llegó el tiempo de la primera separación. Qué esfuerzo de su parte cuando debió traernos al mundo y cuando nosotros con un último esfuerzo conseguimos el paso de su regazo a este mundo.

En ese momento se cortó el cordón umbilical. De pronto su respiración dejó de ser la nuestra y nosotros respiramos nuestra primera bocanada de aire en este mundo. E inmediatamente volvimos a ser uno con ella pero de un modo distinto. Ahora alguien distinto a ella y sin embargo sostenido por ella, llevado a su pecho y todavía alimentado por ella con la leche de su cuerpo.

Así crecimos, siempre al lado suyo y ella siempre al lado nuestro, una felicidad indiscutible. Con estas imágenes y estos recuerdos miramos las imágenes que ahora nosotros nos hemos hecho de nuestra madre.
¡Qué diferencia! ¡Qué empobrecimiento!
¡Qué pérdida de felicidad, fuerza, confianza! ¡Qué manera de detenernos en lugar de proseguir el viaje, junto a ella y hacia nosotros y ella a nuestro lado!
¡Querida mamá!

Bert Hellinger

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