
Todos llevamos heridas más o menos profundas, algunas de ellas bloqueadas en nuestro inconsciente. Recuerdos dolorosos e impresiones sutiles de experiencias pasadas. 
En ocasiones, el dolor de esas heridas nos viene a visitar paralizándonos en el momento presente. 
La curación espiritual no significa ir a la búsqueda y el tratamiento de cada cicatriz interna. 
Significa ir más profundo, más allá de las heridas, a la esencia de nuestro espíritu, donde encontramos la luz y el calor de nuestras propias cualidades originales de amor y paz. La espiritualidad sana el corazón para que el dolor no tome el control de nuestras vidas. 
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